sábado, 2 de octubre de 2010

Viernes 22 de Otubre. Beijing. Ciudad Prohibida.

El plan para hoy era visitar la famosa Ciudad Prohibida... residencia de emperadores!!!
En el avión a Hong Kong habíamos podido ver la peli de Karate Kid, la nueva que protagoniza el hijo de Will Smith y Jackie Chan. Para rodarla, el gobierno chino les había permitido la entrada a la Ciudad Prohibida, un raro privilegio, ya que desde el rodaje de El Ultimo Emperador, no se había podido rodar nada más allí.
Así que fuimos con ganas, y sabiendo que la visita nos llevaría un montón de horas...
Para ello cogimos el metro y bajamos en la plaza de Tiananmen.
Hay que pasar hasta un control de seguridad para acceder a la misma, que está llena de policía, y de secretas. Pasamos un rato divertido intentando adivinar quien era poli y quien no :)
La plaza impresiona no solo por sus medidas, que la hacen la plaza mas grande del mundo, sino también por la impertérrita mirada de Mao, que la preside, y por la cantidad de chinos que la visitan... Alucinante!
Para ellos, ir a Tiannnamen debe ser como una visita obligada en sus vidas, una especie de peregrinación a un lugar santo, y visitar el mausoleo de Mao, al que conservan en una de las esquinas de la plaza. O al menos, eso se dice. Se ve a gente "de pueblo", vestidos con sus mejores galas, porque van a ver al gran timonel, el que declaró la República Popular China. Le están muy agradecidos a pesar de todo.
Entramos a la Ciudad Prohibida por la puerta Sur, la que preside el retrato de Mao.
Tuvimos que hacer bastante cola para coger las entradas, a pesar de que era pronto... y es que ¡había tantos chinos!
Le compramos un libro en castellanos a un buen hombre que había por allí... y que al final nos lo dejó en 3 euros, para por lo menos, entender un poquillo de que iba aquello y tenerlo de recuerdo para casa.
La Ciudad Prohibida es impresionante, sobre todo cuando atraviesas la Puerta de la Suprema Armonía y ves ante ti un patio enorme donde el Emperador hacía las audiencias.
Lástima la niebla que había y que no dejaba más que entrever la magnificencia del recinto.
Fuimos viendo salones y palacios... y la verdad, se hizo un poco cansino, sobre todo porque llevábamos una audio guía, que funcionaba de manera un tanto peculiar: se activaba sola al llegar a un lugar, no podías pausarlo ni saltarlo, y tampoco repetirlo, así que te tragabas todas las explicaciones, hasta las que no te interesaban... Y además, ya sabéis como es esto de las audio guias... en un perfecto mejicano... con todo el respeto, eh!
Nos encontramos con unos inquilinos muy especiales del recinto: una pandilla de gatos que se dejaban acariciar y fotografiar... y estos no pedían dinero!!!
La verdad es que hemos visto bastantes gatos en China. Y son algo diferentes a los de aquí... no porque tengan los ojos rasgados, jejeje, sino que porque tienen el pelo bastante mas largo... y sobre todo eran blancos... No sabemos porqué.
Comimos allí mismo, en el recinto, unos fideos y carne con verduras. Un poco mas caro que la media, pero muy bien de precio igualmente.
Total, que la visita a la Ciudad Prohibida es obligada, realmente, pero depende mucho del interés de cada uno el tiempo que le dediques.
Cuando ya estábamos cansados de estar allí, que al final, todos los palacios son iguales, nos salimos por la puerta Norte, que queda cerca del Parque Jingshan, al que nos dirigimos.
Desde ese parque, que está en un alto, las vistas de toda la Ciudad Prohibida deben ser increíbles... nosotros no pudimos ver apenas a causa de la dichosa niebla, o contaminacion o lo que sea... Pero el paseito valió mucho la pena.
De allí, visita a otro parque: el parque Beihai, uno de los mas grandes de Pekín, y que no quedaba lejos.
Es chulo, porque tiene un lago muy grande, con barquitas y tal, pero que no pudimos disfrutar porque estaba ya anocheciendo y nublado. ¿Os lo habíamos dicho? :)
Ya de noche, tuvimos que aventurarnos a pillar un bus, ya que por aquella zona no hay metro.
Coger un bus urbano en China es bastante difícil, porque todo está con pictogramas. Sabíamos el sentido en que debíamos ir, así que subimos en el primero que pasó, el nº 5, aunque solo fuera para avanzar la calle en la que estábamos y acercarnos a Tiananmen.
No nos salio mal... nos pasamos un poco, pero al menos, conseguimos ahorrar algo de camino.
Metro y a la calle Wanfujing, donde hay un mercado nocturno que ofrece exquisitices irresistibles, tales como:   escorpiones, larvas, saltamontes, penes de oveja, muslos de perro, arañas, serpiente...
Si, si... habéis leído bien... Vamos, que llevábamos hambre y se nos quitaron las ganas de comer.
Y eso que Txumi iba dispuesto a probar al menos los escorpiones, que nos dijeron que sabían como los camarones. Pero daba tan mal rollo verlos clavados en el pincho, moviendo las patitas... que pensamos que eso no nos traería muy buen karma, jejeje.
Simplemente nos comimos unos pinchos morunos de no-sabemos-que (creemos que era pato), una brocheta de frutas caramelizadas y un helado frito. Algo mas reconocible para nuestros paladares.
De vuelta al metro, y con Pekin es pequeña, nos encontramos con nuestros amigos los canarios, a los que conocimos en Yangshuo, y que casualidad, venían con una chica con la que también habíamos coincidido en el hostal de Xian. Pa que veáis, que el mundo es un pañuelo, jejeje.
Quedamos en vernos al día siguiente, ya que todos habíamos planeado ir al Palacio de Verano.
Vuelta al hostal, ducha y sueño reparador...
Los días van pasando factura y estamos muuuuuuy cansados.

En Tiananmen, con Mao de fondo.

Los chinos haciendo cola para ver el cuerpo de Mao.

En la Ciudad Prohibida.


No comment, jejeje

Los inquilinos de la Ciudad Prohibida. Un poco rasgados sí tienen los ojos, no?

Lastima de la niebla. Vistas desde Jingshan.

Puerta Sur de noche. 

Delicias de Wanfujing.


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