jueves, 30 de septiembre de 2010

Domingo 24 de Octubre. Beijing. Hutongs y Pato Pekin.

Hoy llueve a cántaros.
Es el primer día que nos llueve fuerte en las 3 semanas, así que no esta mal, no nos vamos a quejar.
Teníamos planeado ir a ver el Templo del Cielo, pero como llueve tanto, decidimos dejarlo para otra ocasión... Tendremos que volver ;)
Esta bien dejarse cosas pendientes, porque así siempre tienes una excusa para volver...
Desayunamos en el hostal, desayuno inglés, y charlamos relajadamente con un peruano que vive en París, Alberto, que pinta cuadros y esta jubilado y viajando por China.
¡Que envidia! Nosotros también queremos jubilarnos y viajar :)
Como llueve, no tenemos prisa por salir, y también hablamos con unos catalanes la mar de majos, un grupo de 4 chicas y 1 chico, que están empezando su viaje de 15 días por China.
C'est la vie! Ellos empezando y nosotros terminando... Ainsss.
Les damos algunas recomendaciones para cuando visiten Yangshuo y los arrozales. Y, casualidad, tanto ellos como nosotros, hemos reservado para mañana la excursión a la Gran Muralla China. Esperemos que no llueva!
Revisando el correo, tenemos una sorpresa: Dong, el chico que conocimos en el tren a Beijing, nos pregunta que qué tal nos va. Le contestamos y le decimos si quiere quedar para comer o cenar con nosotros... Y nos dice que si!!!! Perfecto, a las 20 horas nos veremos con él. Nos adjunta un plano y nos indica donde quedamos. Genial!!! Esto va a ser un regalo.
Relajados, nos vamos a pasear por los hutongs, que es como el Casco Viejo, la parte más tradicional de Beijing.
El Gobierno derribó muchos de estos barrios con motivo de los JJ.OO, pero aun se pueden ver algunos originales cerca de la Torre de la Campana y del Tambor, así que hacia allá nos vamos. Andando, como no.
Hay una tirada maja, y llueve un poco, pero se lleva bien.
Los hutongs son alucinantes. Es domingo, y la gente se levanta sin prisa.
Se les ve charlar, a pesar de la lluvia, y salir al baño, ya que las casas de los hutongs no tienen baño, tienen que salir fuera. Se respira calma. Van en bici, trabajan... y ven la vida pasar. Tienen muy poco... pero es que es muy poco lo que necesitan. Y se les ve felices.
Hay un recorrido recomendado por la Lonely Planet, pero nosotros decidimos meternos justo por las calles de al lado de las que señala la guía... ¿Por que?
Pues, es curioso, porque seguramente, en su día, el recorrido que marca la guía sería muy autentico, pero hoy en día, está petado de turistas, y da la sensacion de que se ha perdido la autenticidad. El turismo lo ha corrompido de alguna manera. Así que nos salimos un poquito del recorrido "recomendado" y disfrutamos muchisimo.
Entramos a tomarnos un té a un sitio que nos recomendó una francesa que vimos por aquellas calles. Un sitio precioso, super tranquilo, y donde daba gusto ver con qué cariño trataban al té. Se paró el tiempo. Y entramos en calor.
Encontramos un super y entramos, porque necesitábamos llevar algo de comida al día siguiente a la excursión de la Gran Muralla. Nos encanta hacer cosas cotidianas cuando estamos fuera... te sientes por un momento como uno más. Compramos unos boles a los que solo hay que añadir agua caliente para tener una deliciosa sopa de fideos con verduras, un poco de carne ahumada, frutos secos y algunas galletas y chuches. Ah! Y unos termitos para llenarlos con el agua caliente, claro!
Metimos toda la compra en la mochila y nos dispusimos a acercarnos al Mercado de la Perla, el segundo mercado mas conocido de Beijing después del de la Seda, ya que teníamos que comprar las maletas para volvernos a casa...
Así que respiramos hondo, y nos adentramos en el mercado.
Conseguimos un trolley de cabina y una maleta grande de ABS "Delsey" por 36€, unos vaqueros "Diesel" para Txumi por 15€ cada uno, un abrigo "Max Mara" por 21€, pañuelos varios, cintos y bolsos... y unas camisetas normales, sin marca, pero muy chulas, en las que nos la metieron doblada... Pedimos tallas XL, porque en China las tallas son chiquitísimas, y en realidad eran M :(
Le habían puesto una pegatina de XL encima, pero no correspondía... Y eso que íbamos avisados... pero bueno... ya se las regalaremos a alguien, jejeje
En Beijing, las ventas son mas agresivas que en Shanghai... y si pueden te la clavan. En Shanghai, en cambio, eran más legales en ese sentido.
Se nos hacía tarde, porque habíamos quedado para cenar con Dong, así que decidimos volver en taxi al hostal a dejar las compras.
Nos ofrecieron varios taxis piratas justo a la salida del centro, que nos pedían ¡¡¡15€!!! por llevarnos. ¿Pero estamos tontos o que? Es la osti, de verdad. Es como si te miraran y solo vieran yuanes o dolares o euros andantes... y regatear hasta el taxi era lo que menos nos apetecía.
Nos fuimos, ya pensando que tendríamos que volver en metro. Imaginaros: en hora punta y con las 2 maletas a cuestas. Pero finalmente paramos un taxi que nos llevó al hostal en un momentito, por 1 eurito, que es la bajada de bandera.
Dejamos las cosas en la habitación y preguntamos en recepción como llegar al sitio que nos había indicado Dong.
Leo nos dijo que no estaba muy lejos, a unos 20 minutos andando, y que además era un paseo muy agradable porque era una zona con muchos restaurantes y tiendas bonitas, así que nos fuimos dando un paseito.

Llegamos al lugar acordado con Dong, y enseguida apareció él con su novia, Angela. Muchos chinos se ponen un nombre en inglés que nos resulte más fácil de pronunciar... es gracioso.
Nos llevaron a un restaurante donde la madre de una amigo de Dong trabaja como chef, y cenamos de lujo. Les dijimos que no dudaran en pedir lo que quisieran, que nos gustaba todo... y comimos pato Pekin (excelente), unas verduras salteadas, tripas de cerdo con verduras (típicas de la provincia de Sichuan, de donde es Dong, y por lo tanto, muy picantes), una sopa con tofu y un poco de cerdo salteado. Y cervecita.
Pasamos un rato super divertido, charlando acerca de los diferentes estilos de vida en Oriente y Occidente, de las aspiraciones de cada uno, de fútbol, de informática, de la censura, de la medicina oriental.... de un montón de cosas... y nos reímos muchisimo.
China tiene un gran potencial, eso lo sabemos. Pero, después de hablar con Dong y Angela, nos dimos cuenta de que ellos, como pueblo, no son conscientes del todo.
Nos despedimos con la esperanza de volvernos a ver algún día... en China o en Europa, quien sabe!
Y volvimos andando al hostal, felices por haber podido compartir aquel rato tan bueno con nuestros 2 amigos.
Si no hubiésemos perdido aquel vuelo, no habríamos vivido esto... Como es la vida de caprichosa!

miércoles, 29 de septiembre de 2010

Lunes 25 de Octubre. La gran Muralla!!!!

El día amanece espléndido.
Es todo un regalo, ya que hoy vamos a visitar la Gran Muralla China, y el buen tiempo hará que disfrutemos un poquito mas, si cabe, del paseito... unos 6 kilómetros.
Habíamos contratado la excursión en el mismo hostal, y nos habíamos decantado por el tramo de Jinshanling, ya que no está reconstruido, y eso, como que le da un mayor encanto.
Así que, como la jornada se preveía durilla, nos pegamos un señor desayuno, tranquilamente, mientras hacíamos tiempo a que llegara nuestra guia y charlábamos con el grupo de catalanes que habíamos conocido el día anterior, y con los que compartíamos excursión. 
Hicimos grupo con Jose, Núria, Rosa, Nerea y Elisa.
Cuando llegó nuestra guía, cogimos la mochila y nos pusimos en marcha. 
El trayecto en bus duró alrededor de unas 3 horas, y por fin pudimos disfrutar de un Beijing sin niebla, y dejar que nuestros ojos miraran al infinito... El paisaje rural era increíble.
Cuando llegamos al punto donde nos dejó el bus, ya a una buena altura, hacía frío, así que aprovechando que había unos puestecillos, para variar, nos compramos unos buenos guantes... y qué bien nos vinieron, madre mía!
Empezamos a andar... y a medida que íbamos ganando altura, las vistas iban siendo cada vez mas espectaculares: la Muralla, como si de una serpiente se tratara, recorre las crestas de las montañas... sube y baja... y te sientes allí, con el viento en la cara, mas vivo que nunca... diminuto ante tanta inmensidad... ante tal colosidad... fruto del trabajo de millones de personas. Y piensas que si no hubiera sido por la existencia de esta Gran Muralla, los bárbaros no hubieran llegado a Roma... Y el mundo quizá seria diferente.
La verdad es que disfrutamos un montón del paseo. No podíamos dejar de repetir: ¡Que pasada!
Tocábamos las piedras... como si fueran mágicas. 
Había tramos realmente hechos polvo, en los que tenias que tirar de manos, para apoyarte... Y menos mal que llevábamos los guantes, jejeje
Escalones altísimos, y torreones destrozados en los que los lugareños te ofrecían avituallamiento: café, cerveza, coca cola, te caliente... Ni en el Tour!
Nos hinchamos a sacar fotos, y como íbamos de charleta con nuestro grupillo, la verdad es que se nos hizo bastante ameno. 
Cuando nos picaba un poco el hambre, decidimos hacer un alto en el camino. 
Allí nos sacamos nuestros termos con agua caliente, los fideos secos... y tachán... una deliciosa sopa en un momento... que con la rasca que hacia nos entonó volando... 
Proseguimos la marcha. 
Tuvimos que subir por una rampa bastante maja, y el cansancio ya pesaba un poco... pero... tras unas tres horas de caminata... LO CONSEGUIMOS!!!! Llegamos a la meta, prueba superada!
Incluso tuvimos un rato para descansar mientras llegaban los últimos...
Y nada, luego, había que bajar... Otro paseillo, aunque este mucho mas relajado, disfrutando de los colores de las hojas de los arboles, que ofrecían unas combinaciones preciosas, entre verde, amarillo, marrón y rojo. 
Abajo nos esperaba el bus que nos llevaría de nuevo al hostal, y en que aprovechamos para dar alguna cabezadita. Parecía que no, pero estábamos cansados. 
Para despedirnos de Beijing, decidimos aceptar la invitación de nuestros catalanes para ir a cenar juntos. 
Nos duchamos y preparamos las maletas, ya que al día siguiente temprano, no era cuestión de molestar a nuestros compis de habitación ;)
Queríamos hacer alguna comprilla de ultima hora, y aunque tuvimos que andar a toda leche, en taxi y corriendo, al final lo conseguimos y llegamos a tiempo a la cita.
Nos llevaron a un sitio que ellos habían conocido, muy barato... y la verdad es que no podíamos haber ido a un sitio mejor. Cenamos genial, con cervecita. Rico, rico. 
Los chinos del local alucinaros cuando nos vieron entrar a los 7... 
En una de estas, que entra un occidental con una china, y pide en chino... Así que no podemos evitar dirigirnos a el y decirle que nos recomendara algo de la carta... Así comenzamos a hablar con el: un ingles que hablaba un perfecto español, y que trabajaba en Beijing.
Echamos unas risas guapas, en un ambiente super distendido, como si nos conociésemos de toda la vida.
Eso mola en los viajes: te olvidas  de todos los prejuicios, y te quedas con la persona. Gente que, a pesar de lo que nos pueda parecer, no es tan diferente de ti. Que disfruta básicamente con las mismas cosas. Que le molestan las mismas cosas. 
Nos sacamos unas fotos con todo el personal del restaurante, de recuerdo. Momento brutal: alucinaban, y no parábamos de reírnos. 
Y a la salida, con nuestro inglés.
No podíamos habernos llevado un recuerdo mejor.